martes, 15 de diciembre de 2009
Los otros ...
Otros aires dije yo, otra ropa, otras mujeres. Me sentía en París. Cuando una señora con una beba en los brazos me agarró de un hombro y me dijo: “Don, me puede ayudar, hace un día que la nena no come. Vaya si quiere Ud. a la farmacia y cómpreme leche en polvo. Yo lo espero aquí. Para la nena es importante...”. No tuve cuerpo ni bolas para ir a la farmacia, le di 15 pesos, que era el vuelto que me quedaba. La señora, muy agradecida, me dijo –con sus ojos verdes humedecidos por un llanto que no parecía fingido– “que Dios lo ayude” y se fue caminando hacia la farmacia.
La indigencia, la pobreza, pensé, es una fábrica de construcción de delincuencia. Hacía un rato había escuchado a un psiquiatra por TV decir que la delincuencia es congénita y que no hay tratamiento posible para ella. Sólo encerrarlos para toda la vida por su peligro, ante la mirada aprobatoria de los demás ignorantes que lo rodeaban.
Me acordaba de que en las favelas de San Pablo los niños luchaban a favor de los narcotraficantes en contra de la policía, porque los narcos les daban comida. ¿Por qué iban a luchar en contra de quien los alimentaba?
Pensaba –como lo he observado– que la delincuencia profesional toma a estos niños de la calle y los forma como especialistas del robo. Pensaba en los niños de las verjas que me pedían comida, en el niño que se me acercó después, en la joven señora que me pedía leche en polvo de la farmacia. Con qué valores se formarán –cuando no existe el continente afectivo que los proteja–, cuando no tienen ropa, cuando no comen bien, cuando no tienen estudios ni recursos sanitarios, cuando sacan la comida de las bolsas de la calle, cuando ven hoy más que nunca la desigualdad social llegando a límites insospechados.
El 30 por ciento de los niños en nuestro país son pobres o indigentes. No querer ver que existe pobreza e indigencia es responsabilidad del Estado, es aceptar que las crisis las podemos sufrir la clase media y la clase alta –2/3 del país–. Pero ese sector del subdesarrollo de los recursos humanos más elementales no sufre las crisis ni las entiende. Sólo percibirá el menor suministro del limosneo o la menor calidad de la comida que arrojan en las bolsas los privilegiados de siempre.
Pero siendo así –lo vemos así– no podemos dejar de percibir la desigualdad social cada vez más escalofriante. Me pregunto por qué el Estado no lo nombra y actúa en consecuencia. Tres generaciones de niños con daños neurológicos por falta de una educación adecuada y mal atendidos en los hospitales porque muchos no tienen dinero para viajar.
Si no se ataca la pobreza como prioridad absoluta estamos matando literalmente a estas vidas sin futuro, sin alegría, sin esperanza, 1/3 del país. Vidas desahuciadas. Vidas desperdiciadas. Las corporaciones políticas parecen esquivar el gran problema. Pero esta gente –sólo ayudada por algunos movimientos sociales– queda de espaldas a la vida. Sin pertenencia de país. Sin arraigo. Todo esto nos pasa a nosotros y lo más terrible es que aún hoy hay recursos para sacarlos del infierno, del lugar de la promiscuidad, del hacinamiento, de la desnutrición y de la delincuencia. No debemos ser ahora indiferentes a la muerte de ocho niños por día en nuestro país de hambre. Es un crimen. En serio. Crimen que tiene responsables.
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Eduardo “Tato” Pavlovsky.
EL.
sábado, 20 de junio de 2009
Papá.
Que no es fácil poder hacer, el bien sin mirar a quien,
que nos falta por todos lados, como salimos esta vez.
No necesitamos nada de lo que perdimos,
pero no teníamos nada, pero nada que ver .
Solo confío en su voz, solo le creo a esa única voz,
porque te ganaste el cielo y nos cubriste a los dos, a los dos.
Y no me olvido de tus caricias,
y no me olvido de tu dolor.
Que pensaste en nosotros primero, no te acordaste solo de vos,
para que hubiera para almorzar y que tuviéramos en que soñar.
No lo dudes de todo eso no me voy a olvidar.
Fragmento de "La única voz" - No te va gustar.
Tan parecidos, y tan distintos a la vez; Es tan lindo saber que estás pa, saber que pase lo que pase, que piense lo que piense, que diga lo que diga, siempre ahí vas a estar, firme al pie de mi cañon; para hacerme ver las cosas, para apoyarme, para enojarte, para darme la libertad de elegir. Te amo en cada uno de tus gestos, en cada uno de tus actos. Gracias por ser, con defectos y virtudes, el padre ideal, mi papá.
lunes, 15 de junio de 2009
Querido CHE.

Lo han cubierto de afiches, de pancartas, de voces en los muros, de agravios retroactivos, de honores a destiempo. Lo han transformado en pieza de consumo, en memoria trivial, en ayer sin retorno, en rabia embalsamada. Han decidido usarlo como epílogo, como última thule de la inocencia vana, como añejo arquetipo de santo o satanás y quizás han resuelto que la única forma de desprenderse de El, o dejarlo al garete, es vaciarlo de lumbre, convertirlo en un héroe de mármol o de yeso y por lo tanto inmóvil o mejor como mito o silueta o fantasma del pasado pisado; sin embargo los ojos incerrables del che miran como si no pudieran no mirar, asombrados tal vez de que el mundo no entienda que treinta años después siga bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.
Mario Benedetti.
A 81 años del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara.
Hacia el futuro, hasta la victoria siempre...
Tantas veces no te oí.

No te oí… En los días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados. No te oí… Puede ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro. Y entre nuestros cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión. Cacerola de teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente aroma de olla popular. Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como tantas veces te escuché sonar. No te oí… Cuando el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado No te oí… Puede ser que mis oídos oigan mal, pero no escuché en la exposición rural, reclamar por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por el tiempo venidero, por que venga para todos. No te oí ni te oiré porque no hay modo de juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón. Cacerola de teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes, que las cocineras te van a extrañar. Cacerola de teflón, a los bazares... O a sonar en los conciertos liberales... Como tantas veces te escuché sonar. No te oí … En el puente de Kosteki y Santillán, no te oí por el ingenio en Tucumán, no te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados … de este lado. No te oí… En la esquina de Rosario que estalló cuando el angel de la bici se cayó… Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida. Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las heridas. Cacerola de teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes, donde vos nunca supiste resonar. Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjares que en la calle no se suelen encontrar… Cacerola de teflón a cocinar.
Cacerola de Teflón - Ignacio Copani.
jueves, 4 de junio de 2009
Inventario.
JOAQUÍN SABINA.
lunes, 1 de junio de 2009
El mundo.

domingo, 31 de mayo de 2009
Satisfaces mi alma.

Cause I don't want my boat to be rocking
I'm telling you that, oh, whooh-whooh
I like it, like this, I like it like this
And you should know, you should know by now
I like it, I like it like this, I like it like this
Yeah! you satisfy my soul, satisfy my soul
You satisfy my soul, satisfy my soul
Every little action, there is a reaction
Oh can't you see, what you have done for me
I am happy inside, all, all of the time
When we bend a new corner
I feel like a sweep-stake winner
When I meet you around the corner
You make me feel like, a sweep-stake winner
Whoa child, can't you see, you must believe me
Oh darling, darling, I'm calling, calling
Can't you see, why won't you believe me
Oh darling, darling, I'm calling, calling [...]
Bob Marley.
jueves, 28 de mayo de 2009
Te vas.

Te vas a la ciudad definitiva sin mí. Perdonarás que no te vaya a despedir. La noche corta como un cristal roto y tú estarás tan triste como hermosa. Tu luz quemó mis naves cargadas de incertidumbre y el corazón que sobre tu mesa yo puse para cenar la noche en que nos dispusimos a saltar de la mano al precipicio. Y yo procuraré sonreír más a menudo y acostarme a una hora prudente. Tu me enseñaste que afuera siempre me esta esperando una nueva mañana como aquella nuestra radiante y soleada. Como aquella nuestra radiante y soleada. De la luz, te vas a la ciudad definitiva y en Madrid quedamos huérfanos y enfermos. Te vas a reír pero pregunto cada noche a los fantasmas que habitan mis bares cuando vuelves a casa. Los días caen lentos como el polen de un árbol cubriendo todo mi jardín de desencanto. Un sucedáneo de la vida será el fin. El tiempo que he de recorrer sin ti. Y yo procuraré no suspirar tan a menudo y acostarme a una hora prudente. Yo sé que afuera inevitablemente me esta esperando una nueva mañana, tu prometiste radiante y soleada. Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido: ser fuerte y devorar la manzana. Has de pensar cada nueva mañana que un tipo a menudo piensa en ti y sonríe aunque quizás no sean sus días más felices. Y yo procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver de repente. Alumbrará este recuerdo incandescente el camino de vuelta, aquel que te trazaron antes viejos fugitivos nuevos amantes. Viejos fugitivos nuevos amantes.
Ismael Serrano.
Los nadies.

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano.
domingo, 24 de mayo de 2009
Revolución de Mayo.

Espejos.
Eduardo Galeano.
Ese hombre.
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.
Rodolfo Walsh.
Cuba.

sábado, 23 de mayo de 2009
Ellas.

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.
Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.
Joan Manuel Serrat.
Hay personas que llegan al mundo para que tu vida cobre otro sentido, hay personas ingenuas e inocentes en cada uno de sus más hermosos gestos, hay personas a las que desearemos poder ver felices y alejadas de cualquier mínimo sufrimiento, aunque eso sea sumamente imposible.
Estas dos pequeñas personitas tienen quizá la porción más gigante de mi corazón en sus diminutas manitos.
Mi mundo, mi vida y mis días, en su totalidad, cambiaron por completo desde la primera vez que abrieron sus ojitos; Desde ese día supe que sería la tía más feliz que puede existir.
Mamá.

Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti.
Sin duda hay más de un momento que llevare conmigo siempre que me recuerde a vos, a tu infinita paciencia y tu hermosa sensibilidad; pero entre algunos de esos recuerdos están estos versos, que reflejan, no solo tu capacidad de emocionarte con cada poema que te llegue al corazón, sino también el amor inagotable que te tengo y la alegría que nos produce sentarnos y escribir.
Peces de ciudad.

Se peinaba a lo garçon la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.
Primavera de un amor, amarillo y frugal como el sol
del veranillo de San Martín.
Hay quien dice que fui yo, el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel conocí a mademoiselle Amsterdam.
En la fatua Nueva York da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad, pero en desolation row
las sirenas de los petroleros no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel,desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro en las minas del rey Salomón.
Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes de un pasado bucanero,
de un velero al abordajede un no te quiero querer.
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar
labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo, que no merecen nadar.
El Dorado era un champú, la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
Cuando en vuelo regular pisé el cielo de Madrid me esperaba una recién casada que no se acordaba de mí.
Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis venas va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un liguero de mujer.
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar
labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad, que perdieron las agallas en un banco de morralla, en una playa sin mar.
Joaquín Sabina.
Y quizá en algún momento de nuestras vidas todos nos hayamos sentido como un pez en el medio de esta enorme ciudad.