martes, 15 de diciembre de 2009

Los otros ...

El otro día salí de mi casa y me encontré con seis niños que me esperaban con las manos abiertas rogándome si les podía ofrecer un poco de comida (no de dinero). Los niños tendrían entre 3 y 8 años. Yo conocía a la madre, a la que había ayudado varias veces, y ella me dijo: “Doctor, por favor, tienen hambre, quieren comer algo”. Un tanto impresionado por la visión kafkiana de la cara famélica de los niños saqué 20 pesos y se los di, señalándoles una rotisería donde podrían conseguir el almuerzo del día. La verdad es que la alegría de los chicos fue enorme y partieron corriendo hacia el almacén. Salí de mi casa caminando hacia Libertador cuando vi otro chico que se acercaba para pedirme comida. Le conté que hacía unos minutos unos niños me habían pedido comida y que estarían comprando en la fiambrería de la esquina –con un pequeño dinero que les había dado– y que tal vez podía pedirles algo. Salió corriendo y casi un coche se lo lleva por delante, tal era la velocidad y distracción que imprimió a su carrera. Seguí caminando hacia Libertador, donde tomé un taxi hasta Rodríguez Peña y Santa Fe.

Otros aires dije yo, otra ropa, otras mujeres. Me sentía en París. Cuando una señora con una beba en los brazos me agarró de un hombro y me dijo: “Don, me puede ayudar, hace un día que la nena no come. Vaya si quiere Ud. a la farmacia y cómpreme leche en polvo. Yo lo espero aquí. Para la nena es importante...”. No tuve cuerpo ni bolas para ir a la farmacia, le di 15 pesos, que era el vuelto que me quedaba. La señora, muy agradecida, me dijo –con sus ojos verdes humedecidos por un llanto que no parecía fingido– “que Dios lo ayude” y se fue caminando hacia la farmacia.

La indigencia, la pobreza, pensé, es una fábrica de construcción de delincuencia. Hacía un rato había escuchado a un psiquiatra por TV decir que la delincuencia es congénita y que no hay tratamiento posible para ella. Sólo encerrarlos para toda la vida por su peligro, ante la mirada aprobatoria de los demás ignorantes que lo rodeaban.

Me acordaba de que en las favelas de San Pablo los niños luchaban a favor de los narcotraficantes en contra de la policía, porque los narcos les daban comida. ¿Por qué iban a luchar en contra de quien los alimentaba?

Pensaba –como lo he observado– que la delincuencia profesional toma a estos niños de la calle y los forma como especialistas del robo. Pensaba en los niños de las verjas que me pedían comida, en el niño que se me acercó después, en la joven señora que me pedía leche en polvo de la farmacia. Con qué valores se formarán –cuando no existe el continente afectivo que los proteja–, cuando no tienen ropa, cuando no comen bien, cuando no tienen estudios ni recursos sanitarios, cuando sacan la comida de las bolsas de la calle, cuando ven hoy más que nunca la desigualdad social llegando a límites insospechados.

El 30 por ciento de los niños en nuestro país son pobres o indigentes. No querer ver que existe pobreza e indigencia es responsabilidad del Estado, es aceptar que las crisis las podemos sufrir la clase media y la clase alta –2/3 del país–. Pero ese sector del subdesarrollo de los recursos humanos más elementales no sufre las crisis ni las entiende. Sólo percibirá el menor suministro del limosneo o la menor calidad de la comida que arrojan en las bolsas los privilegiados de siempre.

Pero siendo así –lo vemos así– no podemos dejar de percibir la desigualdad social cada vez más escalofriante. Me pregunto por qué el Estado no lo nombra y actúa en consecuencia. Tres generaciones de niños con daños neurológicos por falta de una educación adecuada y mal atendidos en los hospitales porque muchos no tienen dinero para viajar.

Si no se ataca la pobreza como prioridad absoluta estamos matando literalmente a estas vidas sin futuro, sin alegría, sin esperanza, 1/3 del país. Vidas desahuciadas. Vidas desperdiciadas. Las corporaciones políticas parecen esquivar el gran problema. Pero esta gente –sólo ayudada por algunos movimientos sociales– queda de espaldas a la vida. Sin pertenencia de país. Sin arraigo. Todo esto nos pasa a nosotros y lo más terrible es que aún hoy hay recursos para sacarlos del infierno, del lugar de la promiscuidad, del hacinamiento, de la desnutrición y de la delincuencia. No debemos ser ahora indiferentes a la muerte de ocho niños por día en nuestro país de hambre. Es un crimen. En serio. Crimen que tiene responsables.


Pagina /12
Eduardo “Tato” Pavlovsky.

EL.


Dos ideas que al par brotan,

Dos besos que a un tiempo estallan,

Dos ecos que se confunden…

Eso son nuestras almas


Gustavo Adolfo Becquer.

sábado, 20 de junio de 2009

Papá.

Pero yo no me olvido de todo lo que me diste te lo digo con una mano en el corazón.
Que no es fácil poder hacer, el bien sin mirar a quien,
que nos falta por todos lados, como salimos esta vez.
No necesitamos nada de lo que perdimos,
pero no teníamos nada, pero nada que ver .
Solo confío en su voz, solo le creo a esa única voz,
porque te ganaste el cielo y nos cubriste a los dos, a los dos.
Y no me olvido de tus caricias,
y no me olvido de tu dolor.
Que pensaste en nosotros primero, no te acordaste solo de vos,
para que hubiera para almorzar y que tuviéramos en que soñar.

No lo dudes de todo eso no me voy a olvidar.

Fragmento de "La única voz" - No te va gustar.


Tan parecidos, y tan distintos a la vez; Es tan lindo saber que estás pa, saber que pase lo que pase, que piense lo que piense, que diga lo que diga, siempre ahí vas a estar, firme al pie de mi cañon; para hacerme ver las cosas, para apoyarme, para enojarte, para darme la libertad de elegir. Te amo en cada uno de tus gestos, en cada uno de tus actos. Gracias por ser, con defectos y virtudes, el padre ideal, mi papá.



lunes, 15 de junio de 2009

Querido CHE.


Lo han cubierto de afiches, de pancartas, de voces en los muros, de agravios retroactivos, de honores a destiempo. Lo han transformado en pieza de consumo, en memoria trivial, en ayer sin retorno, en rabia embalsamada. Han decidido usarlo como epílogo, como última thule de la inocencia vana, como añejo arquetipo de santo o satanás y quizás han resuelto que la única forma de desprenderse de El, o dejarlo al garete, es vaciarlo de lumbre, convertirlo en un héroe de mármol o de yeso y por lo tanto inmóvil o mejor como mito o silueta o fantasma del pasado pisado; sin embargo los ojos incerrables del che miran como si no pudieran no mirar, asombrados tal vez de que el mundo no entienda que treinta años después siga bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.

Mario Benedetti.

A 81 años del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara.
Hacia el futuro, hasta la victoria siempre...

Tantas veces no te oí.


No te oí… En los días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados. No te oí… Puede ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro. Y entre nuestros cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión. Cacerola de teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente aroma de olla popular. Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como tantas veces te escuché sonar. No te oí… Cuando el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado No te oí… Puede ser que mis oídos oigan mal, pero no escuché en la exposición rural, reclamar por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por el tiempo venidero, por que venga para todos. No te oí ni te oiré porque no hay modo de juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón. Cacerola de teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes, que las cocineras te van a extrañar. Cacerola de teflón, a los bazares... O a sonar en los conciertos liberales... Como tantas veces te escuché sonar. No te oí … En el puente de Kosteki y Santillán, no te oí por el ingenio en Tucumán, no te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados … de este lado. No te oí… En la esquina de Rosario que estalló cuando el angel de la bici se cayó Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida. Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las heridas. Cacerola de teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes, donde vos nunca supiste resonar. Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjares que en la calle no se suelen encontrar… Cacerola de teflón a cocinar.

Cacerola de Teflón - Ignacio Copani.

jueves, 4 de junio de 2009

Inventario.

Las cosas que me dices cuando callas,los pájaros que anidan en tus manos, el hueco de tu cuerpo entre las sábanas, el tiempo que pasamos insultándonos. El miedo a la vejez y a los almanaques, lo taxis que corrían despavoridos, la dignidad perdida en cualquier parte, el violinista loco, los abrigos. Las lunas que he besado yo en tus ojos, el denso olor a semen desbordado, la historia que se mofa de nosotros, las bragas que olvidaste en el armario. El espacio que ocupas en mi alma, la muñeca salvada del incendio, la locura acechando agazapada. La batalla diaria entre dos cuerpos, mi habitación con su cartel de toros, el llanto en las esquinas del olvido,las cenizas que quedan, los despojos del hijo que jamás hemos tenido. El tiempo del dolor, los agujeros, el gato que maullaba en el tejado, el pasado ladrando como un perro, el exilio, la dicha, los retratos.,La lluvia, el desamparo, los discursos, los papeles que nunca nos unieron, la redención que busco entre tus muslos, tu nombre en la cubierta del cuaderno. Tu modo de abrigarme el corazón, la celda que ocupaste en una cárcel, mi barca a la deriva, mi canción, el bramido del viento entre los árboles. El silencio que eximes como un muro, tantas cosas hermosas que se han muerto, el tiránico imperio del absurdo, los oscuros desvanes del deseo. El padre que murió cuando eras niña, el beso que se pudre en nuestros labios, la cal de las paredes, la desidia, la playa que habitaban los gusanos. El naufragio de tantas certidumbres, el derrumbe de dioses y de mitos, la oscuridad en torno como un túnel, la cama navegando en el vacío. El desmoronamiento de la casa, el sexo rescatándonos del débil, el grito que oradó la madrugada, el amor como un rito en torno al juego. El insomnio, la ausencia, las colillas, el arduo aprendizaje del respeto, las heridas que ya ni Dios nos quita, la mierda que arrastramos sin remedio.Todo lo que nos dieron y quitaron, los años transcurridos tan deprisa, el pan que compartimos, las caricias, el peso que llevamos en las manos.

JOAQUÍN SABINA.

lunes, 1 de junio de 2009

El mundo.


Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. - El mundo es eso – reveló -. Un montón de gente, un mar de fuegultos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
- "El mundo", Eduardo Galeano -

domingo, 31 de mayo de 2009

Satisfaces mi alma.

[...]Oh! please don't you rock my boat
Cause I don't want my boat to be rocking

I'm telling you that, oh, whooh-whooh
I like it, like this, I like it like this
And you should know, you should know by now
I like it, I like it like this, I like it like this
Yeah! you satisfy my soul, satisfy my soul
You satisfy my soul, satisfy my soul
Every little action, there is a reaction
Oh can't you see, what you have done for me
I am happy inside, all, all of the time
When we bend a new corner
I feel like a sweep-stake winner
When I meet you around the corner
You make me feel like, a sweep-stake winner
Whoa child, can't you see, you must believe me
Oh darling, darling, I'm calling, calling
Can't you see, why won't you believe me
Oh darling, darling, I'm calling, calling [...]


Bob Marley.

jueves, 28 de mayo de 2009

Te vas.


Te vas a la ciudad definitiva sin mí. Perdonarás que no te vaya a despedir. La noche corta como un cristal roto y tú estarás tan triste como hermosa. Tu luz quemó mis naves cargadas de incertidumbre y el corazón que sobre tu mesa yo puse para cenar la noche en que nos dispusimos a saltar de la mano al precipicio. Y yo procuraré sonreír más a menudo y acostarme a una hora prudente. Tu me enseñaste que afuera siempre me esta esperando una nueva mañana como aquella nuestra radiante y soleada. Como aquella nuestra radiante y soleada. De la luz, te vas a la ciudad definitiva y en Madrid quedamos huérfanos y enfermos. Te vas a reír pero pregunto cada noche a los fantasmas que habitan mis bares cuando vuelves a casa. Los días caen lentos como el polen de un árbol cubriendo todo mi jardín de desencanto. Un sucedáneo de la vida será el fin. El tiempo que he de recorrer sin ti. Y yo procuraré no suspirar tan a menudo y acostarme a una hora prudente. Yo sé que afuera inevitablemente me esta esperando una nueva mañana, tu prometiste radiante y soleada. Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido: ser fuerte y devorar la manzana. Has de pensar cada nueva mañana que un tipo a menudo piensa en ti y sonríe aunque quizás no sean sus días más felices. Y yo procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver de repente. Alumbrará este recuerdo incandescente el camino de vuelta, aquel que te trazaron antes viejos fugitivos nuevos amantes. Viejos fugitivos nuevos amantes.

Ismael Serrano.

Los nadies.


Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.


Eduardo Galeano.

domingo, 24 de mayo de 2009

Revolución de Mayo.


“Uno podría preguntarse con todo derecho: ¿la Revolución de Mayo fue un acto económico, un acto político, un acto militar? Y responderse: “No, fue un acto escolar”.Así atraviesa nuestras vidas el hecho fundador de nuestra nacionalidad, como un recuerdo agridulce de pastelitos, corcho quemado y vendedores ambulantes.La anestesia, suministrada por el poder a un pueblo demasiado atosigado por la subsistencia –y, casi la mitad de los casos, por la miseria y el hambre-, como para darse tiempo de pensar en nuestras raíces históricas, causa nuestros males actuales.A lo sumo, el sistema fomenta debates tan trascendentes como la existencia o la inexistencia de paraguas en aquellos días de 1810, o sesudos contrapuntos meteorológicos basado en la contradicción marcada por la canción “El Sol del 25 viene asomando” y las ilustraciones del Billiken, el Simulcop y el Manual del Alumno, que muestran una plaza indudablemente lluviosa. A esto se pretende reducir consciente o inconscientemente, el proceso que marcaría a fuego nuestro futuro como nación. Se comprende, entonces, que los poderosos de turno y sus voceros se pongan nerviosos ante un hecho histórico que plantea las cuestiones básicas no resueltas en la Argentina, como la justicia, la equidad, el modelo económico, la dependencia y la corrupción.Todo eso es Mayo y sus circunstancias, su contexto. Es el comienzo de un “ellos” y un “nosotros” que no ha terminado y no terminará, ni por el camino de la apología absurda ni por el de la difamación calumniosa por deporte, aun cuando se crea que en eso consiste la novedad.”

Felipe Pigna.



A casi 200 años de aquel primer grito de descolonización, de aquel acto fundador de nuestra patria, de aquel 25 de mayo de 1810, han cambiado unas cuantas cosas, pero otras simplemente han permanecido casi intactas; en aquel entonces proclamábamos una desvinculación con nuestra madre España, hoy los gobernantes y sus aliados se encargan de manipular verdades y nos dejan en evidencia que solamente hemos cambiado de dueño.

Espejos.

[...]A principios del siglo veinte, Colombia sufrió la guerra de los mil días.A mediados del siglo vente, los días fueron tres mil.A principios del siglo veintiuno, ya los días son incontables.Pero esta guerra, mortal para Colombia, no es tan mortal para los dueños de Colombia:la guerra multiplica el miedo, y el miedo convierte la injusticia en fatalidad del destino;la guerra multiplica la pobreza, y la pobreza ofrece brazos que trabajan por poco o nada; la guerra expulsa a los campesinos de sus tierras, que por poco o nada se venden; la guerra otorga dinerales a los traficantes de armas y a los secuestradores de civiles, y otorga santuarios a los traficantes de drogas, para que la cocaína siga siendo un negocio donde los norteamericanos ponen la nariz y los colombianos los muertos;la guerra asesina a los militantes de los sindicatos, y los sindicatos organizan más entierros que huelgas, y se dejan de molestar a las empresas Chiquita Brands, Coca-Cola, Nestlé, Del Monte o Drummond Limited;y la guerra asesina a los que denuncian las causas de la guerra, para que la guerra sea tan inexplicable como inevitable.Los expertos violentólogos dicen que Colombia es un país enamorado de la muerte.Está en los genes, dicen. [...]


Eduardo Galeano.

Ese hombre.

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (Rodólf Fowólsh), y eso me gustó.Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres. Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antiguedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba. Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires. Tengo una hermana monja y dos hijas laicas. Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras. Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos. La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces....
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

Rodolfo Walsh.

Cuba.



Querido Pablo: No sé cómo empezar esta carta. Estarás pensando que me quedé en Cuba o que los feroces barbudos me mataron. Pues no, nada de eso. Te voy a explicar lo que ocurrió. Recibí tu última carta pocos días antes de salir para La Habana, y no tuve tiempo de contestarla. Desde Cuba era imposible escribirte, porque... ya sabes por qué. Bueno, a pesar de lo que me decías en tu carta, y de las garantías que me dabas para un posible viaje a New York, te imaginarás que una vez en La Habana comprendí que eso era imposible. La situación es demasiado tensa para ir de Cuba a los Estados Unidos sin posibles consecuencias catastróficas. Además, apenas estuve un mes, y aproveché cada minuto para conocer la isla y sus habitantes. Luis Buñuel me había invitado a ir a México a pasar unos días en su casa, y tampoco quise ir. Cuando llegas a Cuba, ya no te quieres mover de ahí. No te imaginas con qué tristeza tomé el avión para volver a Europa. Y te digo francamente que si ya no fuera demasiado viejo para esas cosas, y no amara tanto a París, me volvería a Cuba para acompañar la revolución hasta el final. Personalmente creo que las cosas van a terminar mal, muy mal, y no será por culpa de los cubanos, sino del resto de América, empezando por los USA y siguiendo por todas las "repúblicas" democráticas (democratic my foot) de América latina. Los cubanos pueden haber cometido errores, pero los cometieron cuando se vieron contra la pared, cuando nadie quería comprarles el azúcar, cuando los USA les negaron el petróleo. Me hace gracia que los yanquis se tiren de los pelos pensando en que los "reds" han dominado Cuba. Si el State Department hubiera tenido un poco más de inteligencia, eso no hubiera sucedido. ¿A quién podían pedir auxilio los cubanos cuando se vieron contra la pared? Etc., etc. Pero yo no sé nada de política, y no quiero hablar de eso. En cambio quiero decirte que el pueblo cubano me pareció maravilloso. Un pueblo alegre, comprendes, confiado en sí mismo, dispuesto a hacerse matar por Fidel Castro, y al mismo tiempo sin odio contra sus enemigos. Te va a parecer mentira, pero es así. Los cubanos no odian a nadie, y no tienen miedo a nadie. Son como niños en muchos aspectos; juegan, se ríen, trabajan bailando, cantan. Pero a la hora de la Bay of Pigs, ya has visto de lo que son capaces. El pueblo da una sensación de alegría y de seguridad en sí mismo que me maravilló. Los descontentos son siempre los que se han perjudicado en sus intereses, "los que piensan con la barriga", como dijo Fidel. Por ejemplo, en La Habana, los propietarios y los mozos de los restaurantes no apoyan la revolución. ¿Por qué? Porque recuerdan los dólares que ganaban con el turismo que venía de Miami. Siempre que encuentras un descontento, apenas averiguas un poco ves que sus motivos son "de barriga", money, money, money. Pero cuando hablas con el pueblo, con la gente de la calle, con los campesinos, con los obreros de las centrales azucareras, encuentras la alegría y la confianza. Lo que más me impresionó fue la campaña de alfabetización: ese pueblo sabe leer y escribir, y está orgulloso de haber aprendido. Hicimos un viaje en auto por toda la isla (con plena libertad, hablando con quien nos daba la gana, entrando en las casas, comiendo en restaurantes populares) y vimos cómo los "guajiros" (peasants) se sienten hombres, y no esclavos. ¿Tú sabías que en tiempos de Batista, el barrio de los ricos en La Habana estaba defendido por hombres armados y cadenas que cerraban las calles por la noche? Nadie podía entrar allí, y sobre todo si era de piel oscura. Ahora en esos palacios viven los estudiantes becados por el gobierno. Pero quizá lo que más me impresionó en Cuba fue el apoyo de los intelectuales a la revolución. Salvo dos o tres que se fueron, todos los escritores y los artistas apoyan al gobierno. Y no con meras palabras, sino trabajando para la revolución, alfabetizando, haciendo magníficas ediciones, escribiendo y traduciendo libros. Alejo Carpentier, nada menos, es el director de la Editora del Estado. Nicolás Guillén es el poeta de la revolución. Los conocí a todos, los oí hablar, escuché sus críticas (porque las críticas abundan, pero no son negativas, siempre proponen algo constructivo), y me convencí de que una revolución que tiene de su parte a todos los intelectuales, es una revolución justa y necesaria. No puede ser otra cosa, no puede ser que centenares de escritores, poetas, pintores y músicos estén equivocados. El gran peligro en Cuba (y Castro, el Che Guevara y la mayoría de los intelectuales lo saben) es el comunismo "duro", de corte stalinista. Si esa tendencia triunfara en Cuba, la revolución estaría perdida. Hasta ahora Fidel ha conseguido eliminar a los "duros", y apoyarse en el sector moderado del comunismo. ¿Pero lo conseguirá siempre? Ese es el drama, sin contar la falta de máquinas, de piezas de repuesto, de medicamentos, y mil inconvenientes derivados del bloqueo. Lo maravilloso es que a pesar de todo eso los cubanos estén tan contentos y felices. Un poeta (que te conoce y que te mandará un libro suyo, se llama Antón Arrufat, y es un muchacho estupendo) me dijo: "Chico, esto no puede durar, los yanquis se las arreglarán para liquidarnos. Pero entre tanto estamos vivos, y vivir es hermoso, y por eso nos haremos matar hasta el último". Cuando oyes cosas así, te quedarías para siempre en Cuba. (...)



Julio Cortazar a Paul Blackburn (1963).

sábado, 23 de mayo de 2009

Ellas.


A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.

Joan Manuel Serrat.


Hay personas que llegan al mundo para que tu vida cobre otro sentido, hay personas ingenuas e inocentes en cada uno de sus más hermosos gestos, hay personas a las que desearemos poder ver felices y alejadas de cualquier mínimo sufrimiento, aunque eso sea sumamente imposible.
Estas dos pequeñas personitas tienen quizá la porción más gigante de mi corazón en sus diminutas manitos.
Mi mundo, mi vida y mis días, en su totalidad, cambiaron por completo desde la primera vez que abrieron sus ojitos; Desde ese día supe que sería la tía más feliz que puede existir.

Mamá.


Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.


Mario Benedetti.



Sin duda hay más de un momento que llevare conmigo siempre que me recuerde a vos, a tu infinita paciencia y tu hermosa sensibilidad; pero entre algunos de esos recuerdos están estos versos, que reflejan, no solo tu capacidad de emocionarte con cada poema que te llegue al corazón, sino también el amor inagotable que te tengo y la alegría que nos produce sentarnos y escribir.

Peces de ciudad.


Se peinaba a lo garçon la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.
Primavera de un amor, amarillo y frugal como el sol
del veranillo de San Martín.
Hay quien dice que fui yo, el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel conocí a mademoiselle Amsterdam.
En la fatua Nueva York da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad, pero en desolation row
las sirenas de los petroleros no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel,desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro en las minas del rey Salomón.
Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes de un pasado bucanero,
de un velero al abordajede un no te quiero querer.
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar
labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo, que no merecen nadar.
El Dorado era un champú, la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
Cuando en vuelo regular pisé el cielo de Madrid me esperaba una recién casada que no se acordaba de mí.
Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis venas va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un liguero de mujer.
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar
labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad, que perdieron las agallas en un banco de morralla, en una playa sin mar.

Joaquín Sabina.


Y quizá en algún momento de nuestras vidas todos nos hayamos sentido como un pez en el medio de esta enorme ciudad.