jueves, 3 de junio de 2010

Fueron ellos.



Mi destino no lo elijo yo
y el camino tampoco,
aprendimos solamente a flotar
y a vivir como locos;
Tenés permiso para quedarte a mirar,
solo quieren tu voto,
si te dicen que todo va a mejorar,
ya no los mires
y nunca te olvides que
fueron ellos
fueron ellos
ya se van,
y les enferma la idea
de no lograr,
robarnos lo que nos queda.

Esas ganas de no querernos callar
y de juntarnos de a poco
que no paremos nunca más de cantar
y que brindemos,
porque sabemos que;
fueron ellos
fueron ellos.
Va a terminar,
llega el final,
dentro de un rato será de nosotros, todo.
Llego el momento de dejar de llorar,
porque no tienen tu voto
y si te dicen que todo va a mejorar
ya no los mires,
y nunca te olvides que
fueron ellos,
fueron ellos,
fueron ellos,
fueron ellos.


Fueron - No te va gustar.

sábado, 17 de abril de 2010

Abracadabra.


[...]Yo no sé
cómo hay quien malversa la vida,
cómo hay quien invoca una herida,
como pueden gastar el amor.
Yo no sé.
Como si nos faltaran cadenas,
como si nos sobraran las cenas,
como si diera dicha el dolor [...]


Silvio Rodriguez.

lunes, 29 de marzo de 2010

La memoria ...


Los viejos amores que no están,
la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van,
y los que en cualquier guerra se cayeron.
Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.

El engaño y la complicidad
de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final
a las bestias de aquel infierno.


Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.

La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.

Los desaparecidos que se buscan
con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.


Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.

Dos mil comerían por un año
con lo que cuesta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar.

Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.

La memoria pincha hasta sangrar,
a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento.


Todos los muertos de la A.M.I.A.
y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.


Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.

Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.


Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.

La memoria estalla hasta vencer
a los pueblos que la aplastan
y que no la dejan ser
libre como el viento.

La bala a Chico Méndez en Brasil,
150.000 guatemaltecos,
los mineros que enfrentan al fusil,
represión estudiantil en México.

Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.

América con almas destruidas,
los chicos que mata el escuadrón,
suplicio de Mugica por las villas,
dignidad de Rodolfo Walsh.


Todo está cargado en la memoria,
arma de la vida y de la historia.

La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento.



Treinta mil almas que han intentado apagar pero no lo han logrado, porque ellas aún siguen presentes, enseñándonos a recorrer el camino de la lucha, para que actos HORRIBLES como estos no se cometan NUNCA MÁS!
30.000 desaparecidos PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE ...

martes, 9 de marzo de 2010

El pueblo es la única fuerza !


Yo no sé si no será posible que alguna vez el mundo cancele todo cuanto signifique una fuerza de agresión y desaparezca la necesidad de sostener ejércitos para la defensa, pero mientras eso -que sería lo ideal, acaso lo sobrenatural o lo imposible- no suceda, los pueblos del mundo deben cuidar que sus fuerzas militares no se conviertan en cadenas o instrumentos de su propia opresión. El ejército de mi Patria custodió en 1946 las elecciones que consagraron a Perón presidente de los argentinos. En aquella ocasión, fueron sus militares una garantía para el pueblo. A pesar de eso, yo considero que la función militar no debe ser en ningún caso garantía cívica de la justicia y la libertad. Porque la fuerza suele tentar a los hombres, lo mismo que el dinero. La garantía de la voluntad soberana del pueblo debe estar en el propio pueblo. Sacarla de sus manos es reconocerle una debilidad que no existe, porque los pueblos constituimos por nosotros mismos la fuerza más poderosa que poseen las naciones. Lo único que debemos hacer es adquirir plena conciencia del poder que poseemos y no olvidarnos de que nadie puede hacer nada sin el pueblo, que nadie puede hacer tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino. ¡Basta eso para vencer! ¡Y si no que lo diga nuestro pueblo!


Eva Duarte de Perón.


En días como estos donde el discuro mediático vende al pueblo información que desinforma; en estas horas en que las bocas de algunos 'desmemoriados' suplican con total impunidad 'la vuelta de los militares a las calles' es bueno recordar que hubo una mujer como ella que luchó por todo lo que hoy están poniendo en juego estos empresarios de la política y sus absurdos seguidores.
¡Evita la mujer del bicentenario!

Imagínate.


Imagina que no existe el Cielo
es fácil si lo intentas,
sin el Infierno debajo nuestro,
arriba nuestro solo el cielo.
Imagina a toda la gente
viviendo el hoy...
Imagina que no hay países
no es difícil de hacer,
nadie por quien matar o morir
ni tampoco religión
imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...


Puedes decir que soy un soñador,
pero no soy el único,
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.

Imagina que no hay posesiones,
quisiera saber si puedes,
sin necesidad de gula o hambre,
una hermandad de hombres,
imagínate a toda la gente
compartiendo el mundo
.

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.


Imagine - John Lennon.

Amor.


Nadie sabe entender que quiero amanecer porque amaneces, que quiero anochecer porque anocheces, que quiero sonreir porque sonries; Que entre tus brazos soy un alma libre,
que tus palabras son mi relegión, mi luz tu voz, mi aire tu olor; Que la luna está ocupada por aquel letrero en alza que subiste con tus labios para que siempre al mirarla supiera que piensas en mi. Nadie sabe entender, que quiero darte cada segundo, que quiero crear contigo un mundo en el que nadie nos impida, nos aleje o nos prohiba, en el que nadie juzgue lo que merece la pena o no por alguno de los dos, en el que el tiempo no decida que te vayas o me vaya, en el que sepas que cada trozo de mi vida, cada gesto, cada risa es para tí.
Me pierdo al escribir... y es que te necesito tanto, tanto, tanto, te necesito tanto.

Bebe.

jueves, 25 de febrero de 2010

Si los tiburones fueran hombres .


-Si los tiburones fueran hombres -preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona-, ¿se portarían mejor con los pececitos?

-Claro que sí -respondió el señor K.-. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones.

Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografía para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones.

Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla al coraje y se le otorgaría además el titulo de héroe. Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces. Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones. Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.



Bertolt Brecht.