sábado, 20 de junio de 2009

Papá.

Pero yo no me olvido de todo lo que me diste te lo digo con una mano en el corazón.
Que no es fácil poder hacer, el bien sin mirar a quien,
que nos falta por todos lados, como salimos esta vez.
No necesitamos nada de lo que perdimos,
pero no teníamos nada, pero nada que ver .
Solo confío en su voz, solo le creo a esa única voz,
porque te ganaste el cielo y nos cubriste a los dos, a los dos.
Y no me olvido de tus caricias,
y no me olvido de tu dolor.
Que pensaste en nosotros primero, no te acordaste solo de vos,
para que hubiera para almorzar y que tuviéramos en que soñar.

No lo dudes de todo eso no me voy a olvidar.

Fragmento de "La única voz" - No te va gustar.


Tan parecidos, y tan distintos a la vez; Es tan lindo saber que estás pa, saber que pase lo que pase, que piense lo que piense, que diga lo que diga, siempre ahí vas a estar, firme al pie de mi cañon; para hacerme ver las cosas, para apoyarme, para enojarte, para darme la libertad de elegir. Te amo en cada uno de tus gestos, en cada uno de tus actos. Gracias por ser, con defectos y virtudes, el padre ideal, mi papá.



lunes, 15 de junio de 2009

Querido CHE.


Lo han cubierto de afiches, de pancartas, de voces en los muros, de agravios retroactivos, de honores a destiempo. Lo han transformado en pieza de consumo, en memoria trivial, en ayer sin retorno, en rabia embalsamada. Han decidido usarlo como epílogo, como última thule de la inocencia vana, como añejo arquetipo de santo o satanás y quizás han resuelto que la única forma de desprenderse de El, o dejarlo al garete, es vaciarlo de lumbre, convertirlo en un héroe de mármol o de yeso y por lo tanto inmóvil o mejor como mito o silueta o fantasma del pasado pisado; sin embargo los ojos incerrables del che miran como si no pudieran no mirar, asombrados tal vez de que el mundo no entienda que treinta años después siga bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.

Mario Benedetti.

A 81 años del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara.
Hacia el futuro, hasta la victoria siempre...

Tantas veces no te oí.


No te oí… En los días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados. No te oí… Puede ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro. Y entre nuestros cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión. Cacerola de teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente aroma de olla popular. Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como tantas veces te escuché sonar. No te oí… Cuando el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado No te oí… Puede ser que mis oídos oigan mal, pero no escuché en la exposición rural, reclamar por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por el tiempo venidero, por que venga para todos. No te oí ni te oiré porque no hay modo de juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón. Cacerola de teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes, que las cocineras te van a extrañar. Cacerola de teflón, a los bazares... O a sonar en los conciertos liberales... Como tantas veces te escuché sonar. No te oí … En el puente de Kosteki y Santillán, no te oí por el ingenio en Tucumán, no te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados … de este lado. No te oí… En la esquina de Rosario que estalló cuando el angel de la bici se cayó Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida. Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las heridas. Cacerola de teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes, donde vos nunca supiste resonar. Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjares que en la calle no se suelen encontrar… Cacerola de teflón a cocinar.

Cacerola de Teflón - Ignacio Copani.

jueves, 4 de junio de 2009

Inventario.

Las cosas que me dices cuando callas,los pájaros que anidan en tus manos, el hueco de tu cuerpo entre las sábanas, el tiempo que pasamos insultándonos. El miedo a la vejez y a los almanaques, lo taxis que corrían despavoridos, la dignidad perdida en cualquier parte, el violinista loco, los abrigos. Las lunas que he besado yo en tus ojos, el denso olor a semen desbordado, la historia que se mofa de nosotros, las bragas que olvidaste en el armario. El espacio que ocupas en mi alma, la muñeca salvada del incendio, la locura acechando agazapada. La batalla diaria entre dos cuerpos, mi habitación con su cartel de toros, el llanto en las esquinas del olvido,las cenizas que quedan, los despojos del hijo que jamás hemos tenido. El tiempo del dolor, los agujeros, el gato que maullaba en el tejado, el pasado ladrando como un perro, el exilio, la dicha, los retratos.,La lluvia, el desamparo, los discursos, los papeles que nunca nos unieron, la redención que busco entre tus muslos, tu nombre en la cubierta del cuaderno. Tu modo de abrigarme el corazón, la celda que ocupaste en una cárcel, mi barca a la deriva, mi canción, el bramido del viento entre los árboles. El silencio que eximes como un muro, tantas cosas hermosas que se han muerto, el tiránico imperio del absurdo, los oscuros desvanes del deseo. El padre que murió cuando eras niña, el beso que se pudre en nuestros labios, la cal de las paredes, la desidia, la playa que habitaban los gusanos. El naufragio de tantas certidumbres, el derrumbe de dioses y de mitos, la oscuridad en torno como un túnel, la cama navegando en el vacío. El desmoronamiento de la casa, el sexo rescatándonos del débil, el grito que oradó la madrugada, el amor como un rito en torno al juego. El insomnio, la ausencia, las colillas, el arduo aprendizaje del respeto, las heridas que ya ni Dios nos quita, la mierda que arrastramos sin remedio.Todo lo que nos dieron y quitaron, los años transcurridos tan deprisa, el pan que compartimos, las caricias, el peso que llevamos en las manos.

JOAQUÍN SABINA.

lunes, 1 de junio de 2009

El mundo.


Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. - El mundo es eso – reveló -. Un montón de gente, un mar de fuegultos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
- "El mundo", Eduardo Galeano -